Estrenamos el mes de febrero, y también estrenamos la primera salida del 2018, organizada por la vocalía de Convivencia Social de la Asociación ADAYEUS. Destino: Lalín, acto reflejo, “cocido”, pero hay muchas cosas más…
Salimos en dos buses cien personas, totalmente equipadas para afrontar la temperatura que auguraban para el día, 6º de máxima y (-)2º de mínima ¿Quién dijo frio?
Una vez efectuadas todas las paradas para recoger a todos y todas las compañeras, nos
pusimos a rodar en la autopista sobre las 9.45 horas.
Llegamos el primer bus en el que viajábamos cincuenta y dos personas al Pazo de Liñares ya en el municipio de Lalín sobre las 11.00 horas, disponíamos de una hora para disfrutar de las exposiciones, la excelente restauración, jardines e Iglesia de dicho Pazo. El tiempo lo tenemos a nuestro favor, el cielo tiene un color azul increíble, aunque hace algo de frio pudimos dejar los paraguas en el bus.
Volvimos al autobús con intención de hacer una parada técnica en Silleda para tomar un café o lo que apeteciese; fue poco tiempo pero suficiente. Hay que coordinar los tiempos de visitas y paradas, ya que el segundo bus va haciendo el recorrido a la inversa que nosotros.
Y ahora toca a nuestro grupo visitar el Monasterio de San Lorenzo de Carboeiro, en la
parroquia de Sta. María de Carboeiro, municipio de Silleda, allí coincidimos con el otro bus, a punto de salir de dicho lugar.
Aquí nos separaron para atendernos dos guías, ambos extraordinarios. Nuestra guía nos dio un repaso y explicación del origen, crecimiento, destrucción y restauración del propio Monasterio, muy interesante y amena. En los minutos restantes para completar la visita, nos dio la opción de visitar la exposición fotográfica de la vida del Monasterio o bajar hasta A Ponte do Demo sobre el río Deza, punto de enlace entre los municipios de Silleda y Vila de Cruces, y así pudimos descubrir un paraje idílico y sorprendente.
Todos y todas estamos encantadas por lo bien que se está portando el día con nosotras,
aunque frio, no tanto como estaba previsto, pudiendo así, hacer todo el programa
establecido, sin apuros ni chaparrones.
Ya íbamos teniendo un poco de apetito, estábamos en hora, pasaba de las dos de la tarde y el estómago nos estaba dando algún aviso.
Llegamos cerca de las tres de la tarde al Restaurante La Estación, en el lugar de Botos
Municipio de Lalín. Cuando llegamos, todos los compañeros del segundo bus ya habían
tomado asiento.

Una vez todos acomodados, empezó el desfile de platos, en primer lugar sopa, seguido del tradicional cocido que no faltaba de nada: patatas, grelos, repollo, chorizo rojo, chorizo cebollero, garbanzos, ternera, pollo, morro, oreja, rabo, costilla, tocino, lacón, sin escatimar en cantidad y calidad. Y de bebida, agua, vino tinto y gaseosa.
Y de postres, ¡buff! Que postres: queso con membrillo, filloas con miel, orejas, leche frita,
cañitas de crema, acompañado de chupitos de varios sabores.
Hoy no era el día para los que tienen el colesterol y azúcar elevado ¡que se le va a hacer…!
Cuando estábamos en faena, endulzándonos, tuvimos la sorpresa de un trio de gaiteiros
ataviados con sus mejores trajes propios para la ocasión, nos vinieron a acompañar con un tambor, bombo y gaita. Aquí el público quedó asombrado por tal “aparición”. Los compañeros del coro, haciendo uso de sus dotes musicales, se animaron más si cabe, uniéndose a los gaiteiros, así como una espontánea pandereteira y entre todos hicieron un grupo instrumental coral que acompañados de algunas bailarinas, resultó digno del mejor concierto en cualquier teatro.
En paralelo a la actuación, en las mesas había un espectáculo a todo color –los comensales semi disfrazados con gorros, pelucas, gafas gigantes, collares, antifaces, etc.-, disfrutaban posando en el photocall las pandillas y distintos grupos para inmortalizar el buen momento que estaban viviendo.
Aún faltaba el café de pota con gotas –a elección-, y un obsequio como recuerdo del 50
aniversario de la fiesta del cocido de Lalín, que era un pin de un cerdito para cada persona.
Así de bien fue pasando el tiempo, canciones y más canciones hasta que llegamos a las seis de la tarde y a la despedida del trio de gaiteiros; todo el público en pie, “bailando” las servilletas blancas y cantando a pleno pulmón “A Rianxeira”.
Contentos y satisfechos por el buen comer y la buena compañía, nos fuimos cada cual para su autobús de vuelta a casa, dejando la provincia de Pontevedra, después de visitar tres Municipios.
En nuestro bus, aún hubo gente que no dejó de cantar, durante el viaje, y cuando estábamos llegando A Coruña antes de bajarnos en las respectivas paradas, compañeros y compañeras espontáneamente, lanzaron ¡vivas! Y aplausos para la Asociación ADAYEUS.
Muchas gracias a todos los que lo habéis organizado y a todos y todas los que nos acompañasteis en el día de hoy.

A Coruña, 2 de febrero de 2018

Eloisa Cubeiro Veiga