VIAJE CULTURAL CARBALLIÑO – 20/04/2024
A las 8,00 de la mañana de hoy sábado, con la previsión de un día de tiempo esplendido, salimos 54 socios de ADAYEUS, camino de Carballiño. Después de la consabida parada para desayunar, lo cual hicimos en Sigüeiro, nos dirigimos a Carballiño en donde recogimos a nuestra guía Sonia, que nos acompañó en todo el viaje.
Comenzamos una visita al Parque Etnográfico de Arenteiro. Está situado a las afueras de O Carballiño y a las orillas del río Arenteiro y su principal atractivo son las sendas rodeadas de frondosos bosques y los antiguos molinos recuperados (Muiños do Anxo), aunque tiene mucho más que esto. Su nombre «técnico» es Parque etnográfico de Arenteiro, aunque también se conoce como O Salto. Allí se mezclan la naturaleza con los muiños convertidos en pequeños museos, algunos otros como el de As Lousas en restaurantes e incluso algún mirador en las zonas más altas. Prácticamente, la totalidad de muiños y edificios que hay alrededor del rio son restaurados de otros que estaban en total abandono. Para ello se restauraron antiguas sendas y se crearon nuevas uniendo todos ellos. Los caminos están todos en perfecto estado. También hemos subido al mirador que hay justo antes de empezar toda la zona de museos. Las vistas no es que sean espectaculares, pero si es un sitio curioso, aunque lo que nosotros buscábamos es la famosa “herba de namorar” o “namoradeira”, que no hemos encontrado, por más que lo intentamos. El nombre gallego de namoradeira le viene dado por el supuesto poder que tiene la planta de enamorar irreversiblemente a las personas. Según la leyenda, basta introducir en el bolsillo de la persona amada una flor de esta especie, sin que ella se entere. En fin que a estas alturas…
A continuación, nos dirigimos al Templo de la Veracruz, en el centro de Carballiño, donde nos esperaba, Darío, un técnico de turismo, conocido de nuestra guía y un enamorado de Carballiño, que nos explicó tanto en el exterior del Templo, como en el interior, la historia del mismo.
Este templo es el segundo gran proyecto construido en Galicia por el arquitecto Antonio Palacios Ramilo de toda la serie de trabajos de temática religiosa.
Con la torre a medio hacer, el templo se abrió oficialmente al culto el 17 de septiembre de 1952, festividad de San Cibrán, patrono de la villa. A finales de esa década se inicia la construcción del arco parabólico con los Doce Apóstoles, obra del maestro cantero de O Carballiño, Xesús González.
Construido en su totalidad con materiales de la comarca, en especial granito y pizarra, el Templo de la Veracruz representa la obra más grandiosa e identificadora de la villa.
El estilo, en su conjunto, es de difícil definición, por cuanto se trata de una amalgama de muy diversas formas arquitectónicas y escultóricas. No obstante, el historiador carballiñés Felipe Senén Gómez, erudito de la obra palaciana, que estudió profusamente en este caso, generalizando acerca de su arquitectura religiosa, dice que “sus templos son como una suma teológica de la arquitectura histórica de Galicia, en relación también con la arquitectura del Camiño de Santiago, con la arquitectura inglesa, el atlantismo y, con los modelos y admiración de Palacios a la Escuela Vienesa”. Así, se observan influencias y trazos de todas estas formas de construcción: pazos, monasterios (Oseira, Melón), catedrales, iglesias, castillos…La simbología está presente en cada uno de los elementos del templo y, en su conjunto, la Veracruz es todo un símbolo expresionista de la época.
Después de esta visita, efectuamos una pequeña visita guiada por Darío también, que nos mostró sitios muy interesantes de la villa, como la Plaza Mayor, en donde se encuentra el Ayuntamiento (Casa do Concello) y un monumento a la figura de la pulpeira, mostrando la alta vinculación del pueblo con el pulpo y con esta profesión.
En el centro también se encuentra la Iglesia de San Cipriano (San Cibrán) o “Igrexa Vella”, y claro por último, no podía faltar la compra de uno de los postres típicos que son las cañas de Carballiño, y a su búsqueda nos fuimos casi todos.
Ya llegaba la hora de la comida y para el Restaurante Fuchela, nos dirigimos, en donde degustamos el plato típico de la zona, el pulpo a la gallega, y un jarrete con patatas, que estaba delicioso, junto con el postre (leche frita), y la buena atención de todo el personal del restaurante.
A continuación de la comida, y después de un rato de sobremesa, el chofer, José Manuel, nos llevó al Monasterio de Oseira, llamado realmente, el Monasterio de Santa María la Real de Osera. Es un monasterio trapense, de la Orden del Cister, de fundación real que a lo largo de su historia tuvo una gran importancia económica y social en la comarca y tierras más lejanas.
Ursaria era el nombre con el que se conocía el actual río Osera, cuyo significado es país o tierra de osos, animal que posiblemente pobló el valle en épocas remotas. De allí la presencia de este mamífero en el escudo de armas del monasterio. Por sus dimensiones el monasterio fue también conocido como «El Escorial de los Bernardos» o «El Escorial de Galicia». Allí nos esperaba la guía del Monasterio que nos fue explicando durante aproximadamente 1 hora, que la iglesia abacial fue construida entre los años 1200 y 1239 aproximadamente y está considerada como una de las obras maestras de la arquitectura cisterciense en la península ibérica, con un característico estilo románico ojival y que está claramente influenciada por las iglesias de peregrinación.
La sala capitular del monasterio, conocida popularmente como «sala de las palmeras», data de finales del siglo xv y está sustentada por cuatro columnas centrales de fustes torsos rematando en una original bóveda.
En el antiguo refectorio monacal puede visitarse el Lapidarium o Museo da Pedra, una colección de objetos y fragmentos de piedra obtenidos durante las restauraciones y excavaciones arqueológicas: lápidas, capiteles, columnas, elementos decorativos, etc.
Como casi siempre en todas las visitas a Monasterios o Catedrales, al salir se pasa “casualmente por la tienda del monumento”, por lo que allí hicimos una pequeña parada, para comprar: jabones, cervezas, chocolate, cremas, etc…
Y por último, y dentro del programa del viaje, finalizamos el mismo, en Cea, visitando un obrador de pan local, en donde nos explicaron la historia del pan de la zona, el conocido “pan de Cea” y nos enseñaron y nos dejaron amasar unos bollitos.
Finalmente, aunque no nos llevamos para casa los bollitos que amasamos, ya que tendríamos que estar esperando dos horas a que estuviesen listos, si que nos regalaron un bollito similar al que habíamos amasado, a cada uno, y por supuesto también pasamos por la tienda del obrador, para comprar algunas de las delicias que allí había, como por ejemplo, la bica gallega.
En resumen, hemos vuelto a casa, contentos de haber disfrutado del tiempo, de lo visitado y sobre todo de la compañía.
¡¡Espero que nos volvamos a ver en el próximo viaje!!
Marisa Mauriz
Presidenta Adayeus
Album fotos: https://photos.app.goo.gl/rqK5fCN57dtQFZdK6