Una visita al mundo rural fue lo que nos ofreció la Vocalía de viajes Culturales de Adayeus el pasado 25 de marzo, a los 50 socios que acudimos a la cita.
Salimos puntuales de las diferentes paradas, el tiempo parecía que nos iba a acompañar y el bus arrancó hacia un destino desconocido por muchas de nosotras: Sobrado dos Monxes, y en la casa do queixo de Grixalba nos estaban esperando para enseñarnos sus instalaciones y el trabajo que allí realizan.
Llegamos sobre las 10:45 y sobre las 11 ya estábamos sentados en grandes mesas dispuestos a conocer algo más sobre la elaboración artesanal del queso.
Y así fue, como introducción un video explicativo y a continuación dos personas del Consejo regulador, Óscar y Marisé, nos explicaron con todo detalle la elaboración y comercialización de estos quesos que los avala la denominación de origen protegida.
Una cata de quesos fue lo que hicimos a continuación, algo que la mayoría de nosotros no había tenido nunca el placer de hacerlo. La cata la realizamos para apreciar las características de los cuatro quesos tradicionales gallegos: Arzúa, Ulloa, San Simón y Cebreiro. Aprendimos a diferenciar aromas, cremosidad, diferentes cortezas , si se funde en el paladar…
Y casi sin darnos cuenta nos llegó la hora de la comida. Algunos manifestaban que con la degustación ya habían saciado el apetito, aunque pienso que con la comida tan apetitosa que se nos presentaba, no podíamos resistirnos. Comenzamos con un caldito gallego para continuar con una carne asada acompañada con patatas y, como no podía ser menos, con una salsa de queso y para terminar, con un arroz con leche.
No tuvimos mucho tiempo para la sobremesa, el tiempo apremiaba ya que teníamos que llegar antes de las 5 al Castillo de San Paio de Narla en Friol y aún nos quedaba media hora de camino.
Nos recibieron dos guías en la puerta de la fortaleza donde nos contaron una pequeña introducción de su historia. En buen estado de conservación, se cree que sus orígenes datan del Siglo XIII. Hoy en día pertenece a la Diputación de Lugo. Dentro nos encontramos con una recreación de lo que era la vida en el rural gallego a principios del siglo pasado. Alberga objetos medievales y modernos, aperos de labranza, carruajes, armas, trajes de época, dormitorios… Allí no encontramos tecnología pero sí un traslado a tiempos pasados con muchas curiosidades. Las vistas desde las almenas de la fortaleza son inmejorables. En definitiva, un museo que merece la pena conocer.
Llegamos a Coruña sobre las 8 de la tarde con la satisfacción de haber pasado un día agradable.
Fdo: Loli Domínguez