Sábado 09-04-2016. Etapa 5
SEIXON – ROXICA
Llegamos a Seixón, temprano, no pasaba mucho de las nueve y media. El bar que estaba en el cruce aún no había abierto, así que nos preparamos las capas, bastones, botas… amenazaba con llover como así fue al poco rato. Antes de salir nos acercamos a mirar la iglesia románica de San Paio del siglo XII y el crucero punto de inicio.
La ruta era cuesta abajo suave y llegamos a Miráz, por un camino de carro, cruzamos el rio Parga y un poco más adelante al lado de la torre de Miraz, parte de un pazo, antigua fortaleza del siglo XV, perteneciente a la casa de los Saavedra.
Seguimos por un camino de asfalto, bien señalizado con mojones, que como casi a todos, les falta el número kilométrico. De aquí pasamos a un camino pedregoso y en ligero ascenso llegamos a una zona rocosa del monte pelado de Vilaldar. Viendo lo que nos rodeaba no podemos dejar de pensar que esta tierra puede ser tierra de castros.
Pero la ruta fue bonita, por zonas boscosas con el terreno cubierto de hojarasca, por zonas barro y mucha agua, e incluso una pequeña laguna en lo alto del monte formada por las lluvias caídas en los últimos días.
Nos llovió un poco, pero también el sol nos acompañó por breves momentos. El final del camino fue una ligera subida por una pista asfaltada que nos llevó hasta la aldea de Roxica, donde terminamos la ruta de más o menos 14 k.
En Roxica nos recogió el autobús y nos dirigimos por una estrecha carretera hacia Friol. Como llegamos muy bien de tiempo, pudimos dar una vuelta por el pueblo y el rio antes de ir a comer.
Comimos con buenas ganas en Casa Benigno (os dejamos las fotos del menú) callos, churrasco con patatas, ensalada y un rico postre casero.
Por la tarde nos esperaba la visita a la Fortaleza museo de San Paio de Narla también conocida como la torre de Xiá es una fortificación medieval situada en la localidad de Friol (en lo alto de un castro), del siglo XIV, desde entonces a pasado por varios propietarios hasta que en 1939 la adquirió la Diputación de Lugo y no hace muchos años se procedió a su rehabilitación y la convirtió en la sección de etnografía del Museo Provincial de Lugo. En la planta baja dedicada a la servidumbre podemos ver objetos de labranza, cestería, carro del país, carruajes de mano y sillas de montar…
En la primera planta, pudimos ver una hermosa cocina, con su horno de piedra, lareira y múltiples utensilios de cocina, plancha… un hermoso salón con una gran chimenea y los faladoiros al lado de las ventanas. Dormitorios con camas de época,.. Mejor, miráis las fotos y veis todo.
En la entrada hay un caballo de alambre y la guía de la fortaleza nos contó su leyenda que aquí transcribo:
«El caso es que uno de los señores de aquella torre o castillo tenía una hija cuyo nombre era Berta o Benta, a quien agradaba pasearse a caballo por los campos que circundaban la fortaleza más sin alejarse mucho de ella. Gozaba de la contemplación bucólica de todo el paisaje. A menudo también disfrutaba de la conversación mantenida brevemente con algunas de las hijas de sus vasallos: muchachas de su edad, alegres y dotadas de curiosidad y simpatía.
Sucedió cierto día que la yegua que montaba la hidalguita se atemorizó hasta el extremo de que echó a correr desbocada, de tal manera que la jovencita se sintió incapaz de dominarla y refrenarla. Inopinadamente, un muchacho campesino saltó al camino desde la cerca de un labradío y agarró reciamente el freno de la yegua y, merced a un férreo esfuerzo, consiguió detenerla. Esta demostración de valentía, con tintes de heroicidad –o quién sabe si, sobre todo, su masculina y vigorosa apostura–, facilitó que la doncella se enamorase de él. El joven, por su parte, vio en aquella hidalga la aparición de una bellísima ‘fada’ que lo dejó irremisiblemente cautivado.
Ambos jóvenes volvieron a verse. Y plácidamente sentados a la sombra de los robles de una ‘carballeira’, conversaban, enamorados y felices, echando al olvido su tan diferente condición social. Mas el señor de San Paio, llamado don Lopo das Seixas, pronto tuvo noticias de tales amores de su hija con el mozo labrador, que era su vasallo. Amenazó entonces a su hija con un severísimo castillo, en caso de que no pusiera término a aquella no deseada amistad: una verdadera afrenta para él y la hidalguía de sus vetustas y nobles torres y fortalezas señoriales.
En seguida, Benta, tan enamorada y plena de arrojo, dio a conocer al humilde labriego las graves amenazas de su progenitor. Y ambos, en medio de sollozos y besos, decidieron huir monte arriba a la búsqueda de un refugio en otros parajes. Al percatarse de que su hija había desaparecido, el señor ‘das Seixas’ dictó órdenes de que sin más dilación partiesen algunos escuderos así como hombres de armas de la torre-fortaleza, con el fin de perseguir a los fugitivos y asimismo dar muerte al mozo galán y retornar al castillo con su amada Benta. Al oír el galopar de los caballos, los enamorados se ocultaron en una cueva que en aquel monte descubrieron. Se quedaron petrificados de espanto, no obstante, al hallarse delante de una gran serpiente que erguía su desafiante cabeza hacia la joven. El muchacho, sacando un puñal, se interpuso e intentó cortarle la cabeza al ofidio, que logró esquivar el ataque. Con ligereza se enrolló alrededor del joven hasta el punto de dejarlo privado de todo movimiento y posible acción. Joven y sierpe lucharon con fiereza. El mozo golpeó su cabeza. Pero las mordeduras y la presión del reptil acabaron con su vida. La joven, empavorecida, lloró y gritó. Y acudieron las gentes de don Lopo, quieres la devolvieron a su padre y a la torre de Narla. Narración de ‘A cova da serpe’»
Nuestra tierra está plagada de historias y leyendas.
Hasta el próximo sábado acabaremos en Sobrado dos Monxes.
Imágenes de la 5ª Etapa del Camino del Norte |